17 mayo 2006

Exorcismos

Exorcismos y Conjuros.
Para sacar los espíritus literarios malignos de adentro, para limpiarse de las necedades del escritor iluminado y poder ver con claridad la prosa delante de los ojos.
Como buen exorcista y desfacedor de diabólicos encantamientos, empiezo con el mío propio:

Octavio Paz. Un afrancesado sacerdote de la nueva religión de los conceptos en los que la deconstrucción lo significa todo. Después de los derrumbados ídolos de Marx y Freud, lo que se lleva ahora no es ni fumar opio ni esnifar cocaína, es el meterse dos dedos a la garganta para vomitar todas las palabras que nos desayunamos. La única con capacidad de regurgitarle es la Sor Juana, con la que tiene idilios trascendentales. En poesía, extraño brujo, amalgamador del haiku y la mística hindú, al que se le olvidó meter en la poción mágica los ojos de Huidobro, el polvo de cuerno de Espronceda y el testículo de Quevedo, y tan sólo le salió una sopa de verduras rancia con sabor a prosa escalonada. Jamás llegó andando al Zócalo, se quedó en San Ildefonso levantando un altar a Althusser y Derrida, junto al que danzó infinitamente rogando que los lectores de sus poemas pudiesen separar todo el trigo de la caca.

15 mayo 2006

Tertulia, 15 de mayo de 2006

Asistimos Sofía Montero, Marcial González Serrano, María Martín Benito, Marta Aliste, Marisa San Millán, Roxana S. Seijás, Juajo Mediavilla, Pepita Sánchez Sousa, Mamen Somar, Eva Mª Sánchez Martín y Fernando Díaz San Miguel.