21 junio 2007

Tertulia, 21 de junio de 2007

Escueto resumen del día en el que no apuntamos qué leyó cada cual. Ah, estos finales de curso, el buen tiempo y el puente que se acerca... Asistimos: Teodoro Sáez de Hermosilla, Luis Somoza, Isabel Bernardo, Fernando Castaño, Higinio Martín, Fernando Díaz San Miguel, Josefa Sánchez Sousa, Sofía Montero y Antonia Sastre Manzano.

En fin... que nadie dejó testimonio de lo que pasó en esta tertulia, y en la foto, tres días después, tampoco nadie se dignó a mirar a la cámara.


De izquierda a derecha no mira a la cámara ni Inma, ni Juanjo, ni Pepita , ni Fernando, ni Celia, ni Roxana, ni Sofía, ni Luis.

19 junio 2007

Sin miedo a no encontrarte, Roxana Sánchez Seijas



Roxana Sánchez Seijas (Salamanca, 1977) presenta en el Ateneo de Salamanca sus poemas. Bajo el título Sin miedo no encontrarte lee una colección de poemas breves e intensos que nos muestran la importancia del trabajo continuo sobre el texto, la importancia de no rendirse ante l labor de destilar, de barajar las palabras, ese elemento de cartón, par convertirlas dentro del poema en algo dúctil.
La acompañamos, además de Isabel Bernardo que realizó las presentaciones, los miembro de la tertulia, familiares y amigos, un nutrido grupo de locos de la literatura. Enhorabuena, Roxana.

En otro orden de cosas felicitamos a Luis Somoza, que celebra su cumpleaños.

18 junio 2007

EL AMENAZADO, Jorge Luis Borges


EL AMENAZADO

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.

Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa
máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. De qué me servirán
mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el
aprendizaje de las palabras que uso, el áspero Norte para cantar sus
mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca,
las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra
militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta
a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,
pero la sombra no ha traído la paz.

Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.



Jorge Luis Borges: El oro de los tigres